En las estaciones de mi duelo En la primavera de amor, floreció nuestro ser, bajo el sol de promesas, juntos solíamos renacer. Pero en el verano del llanto, la ira nos abrazó, y en la caída de hojas, la tristeza nos envolvió. Otoño trajo el anhelo de una paz por negociar, entre los ecos de recuerdos, empezamos a sanar. Y en el invierno de la pena, la verdad se reveló, en la fría despedida, mi corazón se congeló. Ahora en la primavera de aceptación, encuentro luz, entre flores de esperanza, el dolor se hace cruz. El tiempo, sanador paciente, me enseña a seguir, en cada estación, un reflejo de mi eterno resurgir. Por Marta G. Gonzalez
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