Isadora trabaja en una florería y aunque no lo diga tiene un cliente favorito. Eliot no le cuenta a nadie que hace a las siete de la mañana, antes de llegar al trabajo a las ocho. Isadora tiene como cliente favorito a Eliot. Y Eliot tiene como florería favorita la de Isadora. Ambos comparten un patrón. Eliot nunca pide el mismo ramo dos veces e Isadora siempre le ofrece unos caramelos de menta que están al lado de la caja registradora. Pero un día el patrón falla y los lleva ambos a ser mucho más que una florista y un simple fiel cliente. Un día la rutina cambió y junto a esta también lo hicieron sus vidas.