Las dinastías servían con un propósito, gobernar el amplió territorio conocido como "China", donde el mandato se pasaba de generación en generación atravesando solamente familias de sangre o por consecuencia familias secundarias. En aquel entonces tras 300 años de largos mandatos el poder paso a manos de los Wen, mismos que gobernaron por 100 largos años, llevando a este estado a la guerra misma.
Habían estado los últimos diez años en una interminable guerra para sacar del poder a esos barvaros, misma guerra que no parecía conocer un fin. Era una guerra donde la traición gobernaba, el miedo no se apiadaba y la felicidad era escasa, de muy pocos aliados, con demasiadas muertes de inocentes.
El fin llego como la calma después de la tormenta, el imperio en el que vivían volvía a ser parte del cambio, ahora otro tomó el poder, la Dinastía del patriarca Yiling se dio paso a la gloria, tomó en sus manos el poder que le pertenecía y se coronó alfa digno de ser emperador.
La mamada debía respetarlo, había un nuevo rey.
Fue envidiado, odiado y repudiado por muchos, alabado por otros y criticado por todos, era joven e inexperto en dirigir un gran imperio, algunos incluso intentaron robar ese poder que se ganó por derecho divino, no querían seguirlo.
Pasaron cinco muy largos años, tomaron el rumbo de la paz, entre protestas vieron cuál interesante y beneficioso era estar de parte del nuevo emperador del mundo, por lo que se rindieron y besaron sus pies cual perro falderos con el pasar del tiempo.
Ahora cuando las riquezas abundaban, cuando el imperio tomaba forma y color, sus aliados, su pueblo y la gente en si, le exigían elegir un esposo/a, alguien que lo ayudara a guiar entre tantos feudales, ¿Para que? El tenía un heredero, que necesitaba en realidad según ellos.
Pero si sabía algo, quizás, solo tal vez, le tocaba ser feliz también.
¿Lo odiaran? ¿Será amado?
los omegas daban más miedo que cualquier ser vivo en esa tierra.
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