Muy adentrado en una ciudad forrada de concreto, pavimento de tonos grises. Donde el estrés de una vida apresurada se nota por doquier lejos de los jardines que dan paz. En el bullicio de una multitud ahí, en una de esas muchas casas que permanecen en los aburridos vecindarios de los humanos. Un joven repleto de ansiedad se encuentra tratando de lidiar con demonios de traumas, fantasmas de amoríos y toda esa mierda que muchos solo esconden trás su mirada. En el pavimento con la agresividad de los soberbios el acostumbrarse a todo lo que conlleva la modernidad es cansado. El mirar desde la ventana de una habitación el mundo presente, otorga reflexión para comprender que el mundo ya no es igual. Aquella muy estúpida angustia de no saber que va a pasar y el tratar de comprender los sentimientos que yacen por debajo del pecho. Hicieron que ardieran los pensamientos de un joven ansioso, en un lugar alejado de la tranquilidad brindada por un jardín, aquel recinto dónde no se encuentra felicidad y donde lo complejo se vuelve simple. Ahí sirvió de inspiración para tratar de dar un sentido a lo negativo que forma parte de nosotros mismos, en la monotonía de una sociedad.
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