La enfermedad no era común, pero ya habían varios casos. Había comenzado con un pétalo, pero en ese momento, entre puñados de pétalos un poco de sangre y mucha tos. Había cumplido 16 años. En el nicho de la familia Asakura que uno de los hijos tuviera tan penosa condición era inadmisible. Lo habían enviado tan lejos como era posible, donde una posible cura se asomaba. Las historias de recuperación eran varias, pero las que no terminaban igual, el colapso y la muerte. Pero morir lejos en un viaje, era más honorable que la muerte por el Hanahaki. Morir por la condición de un enamoramiento homosexual no correspondido.