-Hueles tan jodidamente bien Sam -dijo con voz ronca. Escuchar mi nombre en sus labios me paralizó, el deseo que sentía creció. Sacó su mano de mi boca y me miró fijamente sonriendo altaneramente. Mis labios se apretaron por el enojo. - ¿Cómo sé que eres tú mi mate y no estás usando esto a tu favor? -le inquirí muy estúpidamente. Su sonrisa lobuna se hizo más grande y se acercó más a mi rostro. Su boca se apoderó de la mía, con movimientos precisos y exigentes sobre mis labios. El aroma comenzó a inundarme. Mis sentidos estaban tan alterados que dejé de resistirme y abrí mi boca aceptando el paso de su lengua. No sabía cuánto tiempo estuvimos así. Solo sabía que no quería apartarme de él.