El amor todo lo cree, todo lo sufre, todo lo espera y todo lo soporta: -Esta arepa está muy buena, papi. ¿Por qué no te compraste una? El joven hombre miró a la niña con una sonrisa fingida y le limpió la boca con la servilleta que vino en la bolsa de papel. -Porque no tengo hambre -respondió, tratando de sonar convincente. Tragó pesado al mirar de soslayo aquella comida, que lucía deliciosa y que su estómago reclamaba con desesperación.