Cuando un día cualquiera una carta de sello rojizo se posa en el alféizar de su ventana, el corazón de Hermione resuena en sintonía con las campanas de la incertidumbre. Todo su mundo quiere desmoronarse, hacerse pedazos ante la posibilidad de volver a ver siquiera esos ojos de zafiro y la mordaz curva de su sonrisa. ¿Será capaz de regresar a esos pasillos, a esas torres que los vieron arder? ¿Sumergirse en la marea de recuerdos que han intentado romper las barreras de su cordura durante seis años? Si algo tiene claro, es que ya no es la joven que un día abandonó Hogwarts con lágrimas ardientes quemando en sus ojos...