Sería una mentira si dijera que no sentí nada cuando lo volví a ver, la sensación de una presión en mi pecho, la sonrisa que no me podía quitar del rostro y el nerviosismo que me era imposible ocultar y más cuando sus ojos reflejaban tanto. Tenía tanto tiempo sin verlo, años para ser exactos y después de tanto tiempo había regresado a aquel pequeño pueblo costero que cientos de veces había visitado cuando era niña, pero una vez que mis padres fallecieron pues ya nada me ataba a él, el gusto de visitarlo desapareció. No sabía que había sido lo que me había hecho regresar, pero sabía que lo extrañaba y quería sentirme cerca de lo que alguna vez amé tanto. Pero yo no anticipe que aquellos sentimientos de una adolescencia regresarían, sentimientos que solo eran un amor platónico o un inmenso cariño al chico que fue mi compañero cada verano. Claro que el problema no solo sería un crush de la infancia o los recuerdos de mis padres que me rompían el corazón, sino que me enamoraría de alguien del cual ya estaba enamorado de alguien mas, y eso me carcomía, me sentía culpable y odiaba todo ese amor que estaba creciendo en mí, no hay forma en la que pueda aceptar lo que siento. Benjamin, mi amigo de la infancia, aquel niño que me seguía mis travesuras había crecido y al igual que yo, nunca pensó que me volvería a ver, es mas, ni siquiera había pensado en mi regreso desde hace tiempo. Se veía tan feliz con su novia desde hace más de cinco años. Lo que ni él ni Alison sabían era que las cosas cambiaron mucho para los dos, y las cosas que creían amar no eran más que la superficie de nuevas emociones.