Yun sabía que se iba a morir, y que mejor que vivir los últimos días de su vida en osio lujoso. Ajustó los anteojos de lectura sobre su nariz en su habitación VIP del hospital y leyó una novela, y para colmo de lo más cliché. Con el sabor amargo en la garganta por la puesta en escena de su personaje favorito en el último capítulo, murió.