Seis, quizás siete canciones pasaron, cada cual con una letra más seductiva que la otra. Pero ni siquiera eso, junto a todo a su alrededor, le resultaba tan sensual, como el rubio bailando con él, tocándolo con sólo sus manos, aproximándose peligrosamente a su boca, pero jamás haciendo contacto, sonriendo en burla, y a HyunJin no le ofendía, porque estaba curioso, sediento, todo para él se había desactivado a excepción del misterio que tenía sujeto por la cintura, tentándolo con el efecto de sus cuerpos unidos en el ritmo, sugerentes, nunca vulgares. Y cuando creyó que este por fin le dejaría tocar sus belfos con los propios, el rubio lo jaló del brazo y apuntó con su mentón a la salida...