El SIDA y VIH siempre ha sido sobre valorados, cuando una persona recibe la noticia de que tiene el SIDA o VIH, cree que el mundo se acabó. Cree que ya no hay por lo cual luchar ni razón para sobrevivir. Incluso creen que su muerte llegara en ese mismo instante, ellos nunca se detienen a ver lo que hay delante de ellos. Cuando mi madre recibió la noticia de tener SIDA, ella no se dio por vencida.
 
Mi padre fue el que la contagio. Él era un ninfomano y borracho, salía todas las noches a beber con sus amigos y luego se metía con cualquiera. Cuando él llegaba a casa solamente quedaba huir, huir a nuestras habitaciones y dejar a mama con el trabajo duro de soportar al borracho. Nunca se hacían preguntas en voz alta. Mama quería que nuestras vidas fuera de casa fueran lo más normal, como si eso fuera posible. Mis hermanos menores nunca tuvieron problema. Ellos eran mi responsabilidad en cuanto el borracho cruzaba la puerta, me encargue de no permitirles escuchar nada que ocurriera en la planta baja.
Mama quería que nadie se enterara, claro que en un vecindario pequeño, donde todos los vecinos suelen saludar a todo mundo, eso no era posible. Mama nunca lo supo, pero en el instituto todos lo sabían, mis amigos, mi novio e incluso los profesores, todos sabían acerca del viejo borracho que llegaba todas las noches a mi casa. Ninguno me criticaba. Cuando mamá finalmente decidió abandonar al borracho, ellos estuvieron ahí para darme su apoyo. Meses después nos enteramos de que él estaba en el hospital y recibimos la noticia, el tenia SIDA y mama podría estar contagiada también. Mama decidió irse. Dejamos California por la noche, como ladrones. Sin despedidas explicaciones. Comenzaríamos de nuevo, lo que no tenía en mente era que en esa vida, encontraría a un idiota igual que mi padre y peor aún que me enamorara de él.
Harry Styles era todo lo que nunca quise.