Luces, destellos y una multitud caminando a toda prisa. Sonidos y voces que ensordecen el centro de Tokio. Carteles luminosos que ciegan la oscuridad de la noche. Gente caminando hacia todas partes. Soldados con pasos firmes yendo de un lado a otro. Personas solas. Personas acompañadas. Rostros alegres, tristes, ilusionados, serios. Y pese a ir todos en masa, cada uno va a lo suyo. Cada uno vive en su propio mundo. Y en medio de toda esa multitud, cuando el mundo me ahogaba con sus propias manos y estaba a punto de acabar conmigo, mi mundo se detuvo por un instante. Justo en el momento donde me crucé contigo. Nadie sabe con certeza cómo será la vida hasta que lleguemos a la última página del libro. Pero lo que sí es seguro, es que nuestras historias todavía no están escritas.