Los monstruos no nacen siendo monstruos. Ella era una niña dulce que amaba molestar a su hermano casi tanto como lo amaba a él, las cosas cambian, no importa cuanto lo odie, las cosas siempre cambiaran. No hay paz sin muerte, pero con la muerte tampoco llegó la paz. Ella ya no era una niña, ya su hermano estaba muerto, no le quedaba nada más, sin embargo, seguía con vida, muy a su pesar, seguía respirando. Ahora ya no sabía quien era Cervio.All Rights Reserved