Envolví mis piernas en su cintura. Mis brazos se aferraron a su cuello. -Buena chica -me felicitó mientras daba unos pasos más y me depositaba en la cubierta de un coche. Se inclinó sobre mí y me contempló. Mis ojos se perdieron en esos ojos violetas suyos. Acercó su boca a mi cuello y comenzó a besarlo. Un jadeo salió de mi boca, cuando sentí que sus dientes mordisqueaban mi piel sensible. Acerqué más su cuerpo que el mío, su lengua pasó delineando la curvatura de mi mandíbula. Ya no podía evitar este deseo que sentía por él. Escuché como gruñó cuando se acercó a mi boca. Y otra vez se dispuso a mirarme esperando a que le invite a besarme. Miré sus labios y no pude. Cerré los ojos. Mordí mi labio, deseosa de que me besase. -Por favor... Sentí cómo sus labios se tensaron contra los míos. -Te atrapé, cachorrita mía -dijo antes de estampar su boca en mis labios. Fue más fuerte el impulso. Jalé su remera atrayéndolo hacia mí mientras pasaba mi otro brazo por su cuello. Él solo sentirlo me hizo estremecer. Una de sus manos agarró mi cintura y me acercó más. Mis venas se quemaban mientras que el hormigueo en mi zona íntima se acrecentaba. Su mano fue a mi nuca mientras la otra no paraba de pasar por el costado de mi torso lentamente hasta llegar al inicio de mis costillas.