Le dio otra calada a su segundo cigarrillo, lo miró, giró su cabeza hacia mí y me lo ofreció con el propósito de compartirlo conmigo. Solté la puerta y le quité el cigarro de las manos. Él apoyó su costado derecho contra la pared, con las manos metidas dentro de los enormes bolsillos de su pantalón. No me quitó la vista de encima mientras fumaba, y tras dos caladas se lo devolví. - Bueno, ¿y cómo se llama la chica misteriosa? - Cristina, aunque la gente me llama Cris, es más rápido y fácil de decir bueno, ¿y cómo se llama el chico misterioso? Se estaba llevando el cigarrillo a la boca cuando le pregunté su nombre, y se lo apartó durante un segundo, mirándome con cara de sorpresa e incredulidad, pero entonces sonrió, le dio una última calada y tras tirar la colilla al mismo charco al que yo había tirado antes la mía me contesto. - Tom, me llamo Tom.
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