La noche caía sobre la ciudad y, con ella, Holly Thompson, una joven de 28 años, se encontraba atrapada en un ciclo de lucha y desesperación. Estudiante de literatura y lingüística, su mente, que solía ser un refugio de palabras, se convertía en una prisión al caer la oscuridad. En su interior, una bestia insatisfecha despertaba, llevándola a participar en peleas callejeras, donde cada golpe era un intento de calmar la tormenta que rugía en su alma. A pesar de la compañía de su mejor amiga, Holly se sentía sola e incomprendida, como si el mundo no escuchara su dolor. La conexión con un amigo que había partido se volvía un eco lejano en su mente deteriorada.
Mientras la ciudad dormía, Holly luchaba contra sus demonios, atrapada en un ciclo de autodestrucción, donde la línea entre la vida y la muerte se desdibujaba. La idea de rendirse se convertía en un pensamiento recurrente, pero en su interior había una chispa de valentía y un deseo de encontrar su camino en medio del caos. La noche, que era tanto su aliada como su enemiga, la preparaba para enfrentar su destino. Ante ella se extendía un laberinto de posibilidades y peligros, mientras la bestia en su interior se agitaba, ansiosa por salir y reclamar su lugar en el mundo.