Era una noche como cualquier otra, en la estación de trenes de Texas. Las neblinas cubrían las líneas del ferrocarril y el frío que chocaba con los sucios azulejos de la pared, era de otro nivel. A las doce de la noche era la última parada del tren. Ya los pasajeros no eran tantos, y por ser más específicos, solo quedaba uno. Las compuertas se abrieron y dejaron a la vista un hombre de traje; corbata; un portafolios en su mano derecha y una insignia, algo muy especial para él, con una cadena de carabelas en la mano izquierda. Tenía zapatos negros y puntiagudos, y su rostro estaba cubierto por la sombra del pliegue de su sombrero oscuro, de pequeñas carabelas plateadas en su doble. »Otra aventura se avecina« pensó. En sus labios se asomó una sonrisa siniestra. Una tentadora y reluciente sonrisa. Lo único que su costoso sombrero dejaba a la vista. Con su dedo pulgar acarició su insignia y caminó por las frías y solitarias lozas de la estación. Al llegar a las afueras, dónde la carretera. La desierta y larga carretera por la cual solo habitaban, en ese momento, dos almas. ¿Le hablas? Publicada: 15 de junio del 2022. Terminada: ¿?