No sabía cuánto tiempo había transcurrido. Solo sabía que tenía sed, frío y mucho miedo. Lothar volvía a la ciudad por una carretera secundaria después de haber pasado el fin de semana en la casa que sus padres tenían en el campo cuando lo vio. Aún quedaban varios kilómetros para llegar, pero el fuego era tan intenso que se veía ya desde allí. La ciudad entera estaba envuelta en llamas y se sucedía continuas explosiones que levantaban bolas de fuego hacia el cielo. Paró el coche en seco en mitad del camino...