Amanda siempre pensó que la distancia era una barrera absurda, una especie de chiste geográfico que separaba a personas que, de todos modos, iban a encontrarse. A los 19 años, jamás imaginó que su rutina en Montevideo iba a cambiar por culpa de una simple app para hablar con desconocidos. Mucho menos que, entre tantos perfiles, aparecería él: Facundo, veinteañero, argentino, encantador sin hacer esfuerzo y dueño de una sonrisa capaz de cruzar el río sin pasaporte.
Lo que empezó como mensajes sueltos terminó convirtiéndose en noches enteras hablando, confesiones inesperadas y un cariño que se volvió demasiado grande para quedarse dentro de una pantalla. Cuando Facundo anunció que viajaría a Uruguay, Amanda sintió que el mundo, por una vez, estaba jugando a su favor. Él venía a verla. A ella. A su mejor amiga, su casi algo, su argentino favorito.
Ese encuentro prometía cambiarlo todo. Y tanto Amanda como Facundo sabían que ya no era solo amistad... era el comienzo de algo que ninguno estaba dispuesto a dejar ir.
Santiago, un estudiante de secundaria de último curso, se ve envuelto en un inusitado apocalipsis que le encierra dentro de su instituto en el interior argentino. Allí se encontrará con el horror mórbido de los infectados, aliándose con otro estudiante para ambos poder escapar de aquella trampa mortal.