La gente de por aquí no está del todo bien. Yuuji lo sabe, Sukuna lo sabe, sus padres también lo saben. En el hogar se cierne una amenaza que nadie sabe de dónde viene, es tranquila, como una sombra que se mece entre los tabiques de la casa. Se filtra entre las venas, en medio de los apagadores, la electricidad en la piel, el sudor en los cimientos, el sabor de la hiel. Y se hace más presente, cuando cree que no puede ser vista, acechante, impredecible.
Pero ahí está. Esperando a que llegue el momento en el que la mayor amenaza se vaya. Y lo hace.
"El cuerpo se nos impone cotidianamente, ya que en él y por él sentimos, deseamos, obramos, gozamos y nos expresamos (...)". (Unzueta & Lora, 2002)