El 14 de enero de 2016, Cristian Soler fue asesinado en la reserva de San Rafael, en los Pirineos.
El día 16 de enero de 2016, Milo Dávila, su mejor amigo, encontró su cadáver tendido sobre un lecho de flores. Tenía en el pecho dos disparos.
Solo tenía 22 años cuando murió.
Elisa Martín, que por aquel entonces no sabía que estaba embarazada, no pudo soportar la muerte de Cristian y abandonó San Rafael. Unos meses después, nació Bea Soler, la hija de un hombre cuyo asesino nunca fue identificado.
Seis años después, incapaz ni de olvidar ni superar lo ocurrido, una urgencia médica familiar obliga a Elisa a volver a su antiguo hogar. El regreso a San Rafael trae de vuelta viejas amistades, pero también viejos recuerdos. Pero, sobre todo, el reencuentro con Natalia Soler, la hermana pequeña de Cristian. Alguien que, a pesar del tiempo transcurrido, no sabe que la pequeña Beatriz es su sobrina.
Elisa va va a tener muchos motivos para volver a escapar y no volver nunca a San Rafael, pero esta vez no lo va a hacer. Esta vez, se va a quedar hasta descubrir toda la verdad.
¿Lo que estaba haciendo se consideraba acoso? No lo creo, no lo había perseguido. Simplemente habíamos coincidido en el mismo vagón. ¿Estaba actuando como una psicópata? No lo creo, no es que estuviera obsesionada con él. Simplemente me había parecido guapo y pues aquí estoy, escribiendo sobre él en mi diario.