DxD: Desolación Dorada.

Sin saber su origen y sin importarle este hecho, él sólo caminaba hacía delante porque pensaba que mirar hacia atrás era una estupidez.

¿Héroe o Villano? ¿Santo o Impío?

Eso a él no le importaba... A veces quería destruirlo todo y, a veces, quería salvarlo todo. A él le gustaba aprender, adaptarse y experimentar.

Su mente siempre fue inestable desde que experimentó esa pacífica tortura... Incluso sus deseos siempre se encontraban en un cambio constante.

Lo único que no cambio, fue ese vacío que había en el... sin embargo, fue cuando conoció a ese viejo con apariencia mendiga, que ese vacío se tiño de Dorado.