Aquel era el único lugar de aquella casa donde realmente podía desconectar de quien era, de quien era mi familia, de los peligros que albergaba el salir de aquella mansión, de aquellos peligros que, casualmente, todos querían acabar conmigo. Mi habitación era espaciosa, pues mi padre la eligió para mi expresamente. Ante mi se alzaban grandes ventanales por los cuales se filtraban los rayos de luna que iluminaban mi cuarto. Los cuadros, todo robados de museos famosos me miraban desde lo alto de las paredes mientras que el dosel de mi cama acariciaba mis pies, los cuales se encontraban asomados por las finas sábanas. Un gran tocador de madera con un gran espejo reflejaba la ventana, desde la cual se veía un gran jardín con una fuente en medio. Todo comenzó muy rápido, la alarma empezó a sonar con fuerza haciendo que me tapara los oídos con las manos. Me levanté de golpe y me dirigí a la ventana, por la que miré. Mi padre había soltado a los perros y uno a uno fueron cayendo después de ensordecedores sonidos de bala. Mi primera reacción fue agacharme y gritar, los cristales de mi habitación se rompieron, cayendo sobre mi. Estaban atacando la casa. Mi nombre es Constanze, y quiero contaros mi historia.All Rights Reserved
1 part