Alaia ©

CONTINUACIÓN DE SAMIRA.

Alaia aún permanece en la agónica espera de que algo malo les suceda. Vive aterrada ante la idea de no ser suficiente omega para su Beta Kasen.

Tal vez el chico se acabará cansando de tener que luchar contra sus miedos y la rechazará, o muy probablemente encontrará a su alma destinada y la marcará, aun cuando ella ya lo está.

Su mente le grita que sea cual sea la opción que suceda, ella va a acabar sola, con un lazo roto y un cachorro a punto de nacer y al que será incapaz de cuidar porque es una inútil.

Sus padres murieron a manos de cazadores por su amor prohibido. La omega se sentía a salvo en ese aspecto porque estaba enamorada y emparejada con un beta, pero aún creía firmemente en que el amor [en todas sus formas posibles] acababa consumiendo a las personas hasta llevarlas a la muerte.

El miedo irracional promovido por sus creencias la llevó a pensar que su amor por su cachorro la haría abortar. Así, cuando se enteró de que se encontraba en estado, le advirtió a Kasen que no se hiciera ilusiones, pues ella siempre acababa siendo alcanzada por la infelicidad.

Ahora que estaba a punto de dar a luz, nuevos temores la acechaban continuamente. Kasen estaba ahí para ayudarla a superarlos con amor y paciencia. Pero todo cambia cuando nuevas personas irrumpen en su vida, haciendo que sus peores temores se conviertan en una dolorosa realidad.

Su cachorro encontrará a su alma gemela dentro de su misma raza, con las posibles consecuencias que eso pueda traer a sus vidas.