Los siglos han pasado, y Merlín ha pagado el precio de la inmortalidad con la soledad. Ha visto nacer y caer imperios, pero el dolor de ver morir a Arturo en Camlann sigue tan fresco como el día en que ocurrió. Ha jurado no volver a pasar por eso.
Por eso, cuando siente que el alma de su rey ha regresado al mundo, Merlín se esconde. Se niega al reencuentro, convencido de que la única forma de proteger a Arturo de su destino fatal es mantenerse lejos de él, lejos de la magia y lejos de la corona.
Pero lo que Merlín no sabe, o se niega a aceptar, es que el destino es una fuerza imparable. Arturo, Ya ha comenzado la búsqueda, y con cada paso que da hacia el hechicero perdido, no solo trae consigo el eco de una profecía, sino el destino de Albion que ambos deben enfrentar... una vez más.