Ella sabía que él sería su perdición, que él la llevaría a los lugares más oscuros y profundos del infierno y aún así no pudo resistirse a los encantos de aquel demonio disfrazado de ángel, pero quien podría negarse a semejante hombre que con una sola mirada era capaz de ponerte de rodillas, con una sola palabra podía destruir tu vida o darte el mundo entero. Y es que el poder que poseía Él era tan incalculable como la maldad que de él emanaba. - No sabes cuanto te detesto - digo agitada mientras me pone sobre su escritorio y arranca mis bragas - El sentimiento es mutuo querida, pero ahora te voy a follar tan duro que toda la maldita ciudad se enterara quien te está dando este placer que nadie más te dará. El tan frío, calculador, déspota, el demonio encarnado en un ser tan divino.
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