
En clase de Filosofía, en primero de Bachillerato, me rayé bastante cuando explicaron que un ser que podía valerse por sí mismo, al margen de la sociedad y de relaciones sociales, sólo podía ser un Dios o una Bestia. Así que pensé, joder, pues una de esas dos tengo yo que ser. Toda mi vida me he movido entre extremos y cuando mi psicólogo me diagnosticó síndrome de personalidad extremista, me lo ratificó irónicamente. Alguna ventaja tenía que tener una vida tan corta y tan intensa. Ponte cómodo, que te la cuento.All Rights Reserved