Sidéreos

Rulos castaños al sol.
Lacios mechones negros bajo la luna.
Julián miraba por su balcón las estrellas desvanecerse hasta ver el principio del día.
Nathalia se quedaba en cama mirando el atardecer desde su ventana hasta ver las estrellas.

Fue cuestión de astronomía lo que en un lunes después del verano sucedió, Nathalia llegó a una nueva órbita, pero a pesar de haber vivido en otras anteriormente, ninguna era tan diferente como en la que había caído ese día.
Julián, siendo tan él, no pudo evitar sentir un cambio en su atmósfera, encontrando entre las estrellas lo que sería lo más igual y a la vez lo más diferente que pudo haber visto.
De tantas galaxias y constelaciones, ambos coexistían ahora en un mismo sistema.

Conocemos miles de personas a lo largo de nuestra vida, pero solo en algunas hallamos ciertas conexiones únicas, lazos permanentes, que aunque dos almas se separen, siempre habrá algo que las una.
Así como la gravedad mantiene todo en su lugar, la gravedad de la vida convierte dos mundos diferentes y los hace caer en un mismo universo, somos cúmulo de estrellas, somos sidéreos.