Nos imaginamos la vida de una persona en el momento en el que nos la cruzamos por primera vez y un esquema se forma de manera instantánea en nuestra memoria. Y ese era el gran defecto de Nala, imaginar como era alguien con tan solo una rápida mirada. Pero Brekker era la imagen perfecta de que las apariencias engañan, de que no pueden describirnos en segundos y que hay mucho más bajo la capa que la superficie deja ver. Y gracias a eso y a aceptar que era un error juzgar a la gente sin conocerla, ella descubrió un lugar parecido a un cielo completo con estrellas y pájaros que la hacían sentir que estaba volando.