Hasta donde me alcanza la memoria siempre me ha gustado Luke. Y no lo digo por decir. Realmente me ha gustado desde siempre. La primera vez que le vi tenía 8 años, aún no sabía lo que era gustar ni lo que era un chico guapo. Hasta que le vi. Era la primera vez que íbamos de vacaciones a casa de los Rhodes, a pesar de que siempre nos invitaban (o eso decían mis padres). Lo primero que recuerdo al llegar allí es un enorme globo de agua impactando en mi cabeza y mojando el vestido que mamá me había obligado a ponerme. Así que cuando me giré para gritar contra la bestia que me había mojado, lo último que esperaba era encontrarme con unos enormes ojos azules y con su dueño. Recuerdo que me quedé sin palabras (y creedme cuando os digo que eso es muy raro). Y en lugar de gritar lo que hice fue esconderme detrás de mi padre. Muy buena primera impresión, lo sé. Pero esos ojos me habían intimidado tanto que era incapaz de decir absolutamente nada. Luego recuerdo que se me quitó un poco la timidez, sobretodo porque tenía una aliada, su hermana. Desde entonces hemos pasado todos los veranos allí, junto a su familia, y año tras año he intentado que se fije en mí. Y año tras año he fracasado. Pero este verano va a ser diferente. Este va a ser el verano en el que todo cambiará.