-Déjame cuidar de ti, Akyr... -susurró de manera baja acariciando su mejilla mientras lo miraba fijamente a los ojos-.
-No necesito que cuides de mi... Yo quiero cuidar de ti. Ya me quitaron mi familia una vez, no voy a dejar que me la arrebaten de nuevo -besó su frente abrazándolo de la cintura mientras lo apegaba más a él, todo lo que mas podía, llevando una de sus manos al su vientre del menor-.
Tenía miedo. Nunca había reconocido ese tipo de sentimientos; miedo, inseguridad... Amor, anhelo. Desde aquel llamado del rey todas sus alertas se habían encendido, no podía cometer ningún error. Tenía que volver.
-No me vas a perder, Akyr... Estoy aquí, estamos aquí para ti. Ahora y siempre, los dioses así lo quisieron, alfa mimado -sonrió suave dejando ligeros besos en su mentón y labios-.
Sus ojos se posaron en los suyos mientras sus manos se dirigían a su quijada, comenzando a acariciar sus mejillas con sus asperos pulgares siendo lo más delicado que podía. Aquel chico era su adoración, lo único que tenía en su jodida vida llena de mierda; le había dado todo y le enseñó lo poco que tenía, no permitiría que se lo arrebataran.
-No sé que nos deparan los dioses para nuestro futuro, pero juro que tendrán que pasar por encima de mi frío cadáver antes de poder tocarte siquiera un jodido pelo -su mano presionó suave su cuello dejando expuesto su rostro, dejó un beso largo sobre sus labios mientras respiraba su aroma- Estas aquí... Siendo mi fuerza... Y yo seré tu pilar, uno al que nunca van a poder derrumbar -.
Sus cuerpos se estrecharon, queriendo fundirse el uno en el otro, ambos sabían que el camino juntos podía tener algunos obstáculos, pero ese era su destino.
Dos chicos de trece años recorren el mundo buscando nuevas aventuras , y en el proceso verán que la amistad que llevan es muy especial, veremos como dos niños afrontan la madurez y experimentan con sus sentimientos y cuerpos mientras cumplen con su deber