Kirishima llegaba a Estados Unidos en su primer viaje al exterior, un lugar donde hasta la forma de comunicarse era diferente, algo que entendía, pero no estaba seguro de cómo encajar. Las clases de preuniversitario apenas habían comenzado, y él nunca fue el mejor estudiante en inglés, por lo que pedir un simple refrigerio, sin acceso a un teléfono celular que lo ayudara con la traducción, podría considerarse la mayor hazaña de su vida. Katsuki ya podía considerar esa diversión extra, tener que quedarse en el trabajo hasta tarde, ya que el cliente, que no hablaba inglés con fluidez, al menos estaba lo suficientemente decidido a intentarlo.