Solo somos palabras en un gran mar de poemas y cuentos, de esos maravillosos que la gente dedica cuando se enamora. Cuando hizo algo terriblemente doloroso o simplemente se las dedica a ese pasado o futuro amor que cada tanto nos damos la oportunidad de soñar. Dicen que el encargado de hacer esta magia es un hombrecito de pañal y arco con flechas, no lo vemos, no sabemos cuándo nos persigue o nos apunta. Solo un tiempo después sabemos que hizo su trabajo, puso un par de flechas en distintas direcciones y soltó, haciendo que aquellas miradas se cruzaran, se volvieran inolvidables, robándonos suspiros, horas de sueño y hasta la atención. Es una verdadera lástima que el mágico ser a veces falle, a veces hace su trabajo solo por recibir una paga o quién sabe. Lo único que tengo presente es que aquel día que nos disparó, el ingrato tenía problemas muy serios, tanto de visión como de percepción. Porque mi mundo ahora gira en torno a unos ojos azules llenos de prepotencia y frialdad.