Sintió las delgadas gotas heladas de sudor recorrer su espalda con delicadeza, viajando desde su piel hasta la tela vieja y maloliente que era el trapo al cual llamaba camiseta. Sus mejillas se sentian humedas, tenia miedo y ya no queria ocultarlo, sus respiraciones entrecortadas hacian una combinacion cabal con sus lágrimas. Sus ojos se cerraron al escuchar aquella voz, la voz que lo acompañaba de un lado a otro sin dejarlo descansar, la voz que lo mantenía despierto cada noche mientras tapaba su boca para intentar no hacer ruido, la voz que ahora lo hacia estremecer de todas las formas posibles. -Vamos, pequeño, solo quiero ayudarte
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