Miriam estaba nerviosa, no lo podía negar. Después de varios meses trabajando duro le concedieron una de las becas que el gran empresario español Amancio Ortega ofrecía para estudiar en el extranjero. Lo único que le daba miedo era su soltura ante el inglés, llegaba muy justa al nivel B1 y temía que no se pudiera comunicar con facilidad con la gente de su próximo destino: Los Ángeles. Mimi se encontraba en el estudio de danza urbana donde trabajaba desde hacía unos años. La ciudad californiana le dio una gran oportunidad laboral, pero eso no le apartó de sus estudios. Compaginaba la universidad con su mayor pasión, la danza. Días atrás se enteró por sus compañeras de profesión que vendría alumnado de España a estudiar a su universidad y eso le creó cierta intriga e incertidumbre.