- ¿No vas a decir nada? - Yo... yo no... - intento hablar pero mi lengua parece de trapo - No te conozco. Ella me mira con los ojos muy abiertos, sin dar crédito a lo que digo. - ¿Qué? Vuelvo a repetir - No sé... quién eres. Pero aunque tu mente no lo recuerde... - No voy a hacerte daño - su voz es baja y calmada - - ¿Qué quieres? - cuando no responde sigo - Sal de aquí. - Lisa por favor... - ¡Vete! ... el corazón nunca olvida.