Mi abuela sentía una debilidad por Harry, siempre lo consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi madre. Ella creía que a el le faltaba cariño, pero la verdad es que no.
Incluso mis padres mis padres querían mas a Harry que a mí. Era un hijo demasiado consentido como para ser el hijo de la niñera.
Mi hermanas estaban encantadas cuando él llegó, escondido detrás de la falda de su madre con la nariz roja y los ojos hinchados de tanto llorar. Yo sabia que su presencia significaba problemas.
El día que entro fue como si hubiera habido un nuevo nacimiento, todos se preocupaban de el; si tenía hambre, la cocinera le preparaba comida lo antes posible; si quería jugar mis hermanas se turnaban para entretenerlo; todo lo que el deseara estaba ante sus ojos en menos de cinco segundos. Y a mi me dejaron de lado abandonada entre las sonrisas que le dedicaban a el