Todo a mí alrededor gira. No hay calma ni quietud. Solo gritos y personas que terminaran en un ataúd. Las luces se vuelven asfixiantes al igual que olor. El sudor me recorre el vientre y a mi frente un chico que está demente. Lágrimas caen y una luz se acerca. Estoy volando, pero no tan alto como quisiera. Los veo a lo lejos y corro hacia ellos. Todo pasa rápido. Dos disparos, un grito. Es mi turno. Caigo al suelo. Nada gira. Todo se calma. Nadie grita. *** Esta es una pequeña historia, en forma de poemario. Prohibida su copia, reproducción, adaptación o traducción. Completa.