No estaban destinados a acabar así: conociéndose de la manera más inoportuna. Uno trataba de hallar desesperadamente un método para escapar de su realidad, queriendo buscar una salida de todos sus problemas para volver a encontrar su alma y evitar firmar una sentencia con el infinito abismo de la oscuridad. El otro se adentraba en un mundo entre pinceladas azules y amarillas, haciendo fluir sus emociones y sentimientos, casi sintiéndose volar, disfrutando perderse entre cada obra de arte que se encontraba en aquel museo de buena suerte. No era lo que estaban buscando de forma exacta, pero era lo que necesitaban el uno del otro. -El arte es una mierda. -La vida es una mierda, el arte es solo una escapatoria.
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