La guerra con las provincias del sur se ha extendido por todo el Continente, arrastrando desde la villa más austera hasta el poblado más enriquecido. Las grandes familias se disputan por la regencia del trono, teniendo cada una de ellas su autoproclamado Rey o Reina. El más adecuado de todos para ser rey, Gwain'lan Aloth, disputaba una batalla encarnizada contra su hermana, y en el auge de la batalla, recibió un flechazo en el brazo, con un veneno que lo consumió hasta matarlo. Pero la guerra no permitía momento alguno para llorar a los muertos, por lo que su primogénita, la princesa Silou'dan Aloth, mientras se prepara para reanudar la batalla contra su tía, le encomienda a su hermano menor Clair'lan Aloth, llevar de regreso a su hogar los huesos de su padre en el lejano oeste para que repose junto a los anteriores reyes en las catacumbas reales. Pero el viaje que le depara a Clair y a su escolta esta lejos de ser una travesía sin mayores dificultades. Los muertos abundan por los campos de batalla, los carroñeros acechan tras los caminos y una marca tenebrosa se cierne sobre el joven príncipe, cuya misión tendrá más peso del que se pueda imaginar.