Siempre me había dicho que Barcelona era muy bonita. Pero que incluso lo era aún más al anochecer. Por eso salimos aquella noche de Abril, por eso la saqué de allí. Para que entendiera que ella, también podía ser bonita. Me encontré con sus ojos, algo dormidos, una mañana de Marzo, pero no fue hasta aquella noche de Abril, cuando ella también se encontró con los míos. En realidad ya los había visto antes, pero aquel encuentro fue diferente a los demás; allí no había barreras.