Jeon Jungkook conoce en las más extrañas circunstancias a Park Jimin... es un fantasma en su sofá. Incoloro, sentimental, parlanchín, romántico y solitario, casi las mismas características de Jungkook. Claro que la situación no tuvo el mejor comienzo: Jungkook es un sufrido enfermero en una clínica pública de Seúl y los pacientes le hacen pasar por todo: vómitos, insultos, fluidos al azar y asco por ser evidentemente homosexual. Y luego una noche, cansado, con ganas de tomar una copa de vino barato en su sofá y ver Grey's Anatomy casi se muere del susto cuando alguien a su lado le contesta. ¿Qué hacer en esa situación? Salir medio desnudo a correr por las calles de un horrendo vecindario en busca de tu mejor amigo, un inmenso y rudo guardia heterosexual, parece ser la respuesta. Luego Jungkook decide darle cara a la situación, ¿quien es el fantasma? Un solitario contador, ¿cómo murió? No lo recuerda, ¿qué quiere? Que Jungkook rescate a su gato. Y así el cansado enfermero pide vacaciones y va en busca de un pobre gatito trípode sin colita y sin oreja. El gato es la cosa que Jimin ama más en el mundo y está solo en su inmensa casa sin comida quien sabe por cuantos días. Y así, Jungkook y Jimin empiezan a conocerse y el encantador gatito hace de pararrayos en su relación de huésped e inquilino. Y cómo murió Jimin es la gran pregunta.