Sintió algo húmedo y caliente entre las piernas. Una caricia en el vientre. El beso en el muslo. Las luces de aquella estancia eran de un color ambarino, brillaban a baja intensidad y aquella iluminación creaba claroscuros en los rincones y las esquinas del techo. El suelo era de baldosas oscuras, pero no era su fría superficie lo que sentía bajo la espalda. Se removió un poco cuando un calambre de placer le atenazó las piernas y buscó algo a lo que aferrarse. Sus manos no hallaron nada. Giró la cabeza hacia un lado y algo suave le rozó la mejilla; el pelo largo color burdeos de la alfombra de pie de cama sobre la que estaba acostada. Más allá, a pocos metros de ella, vio una fogata en una chimenea. El fuego hacía crepitar la madera y hacía temblar las sombras proyectadas en el suelo y las paredes. Era una habitación muy grande y espaciosa. ¿Se trataría de la suite de un hotel? Aviso: Contenido +18.