Desperté, acordándome de cada momento vivido el día anterior. Al recordar, varias lagrimas se derramaban por mi mejilla, haciendo un río que desembocaba en el final de mi clavícula. Su recuerdo seguía doliendo como pequeños pinchazos en mi pecho, como si mi roto corazón arañase el interior haciendo sangre, tanta sangre que a veces costaba respirar. El sufrimiento inundaba mi mente, haciendo que todo pareciese difícil.