Aurora era una chica cansada de su monotonía. Soñaba con algún día viajar más allá de las montañas, descubrir el mundo con todas sus rarezas y con suerte encontrarse a sí misma en el proceso. Había llegado a la conclusión de que en aquel pueblo y entre aquellas cuatro paredes nunca lo conseguiría.
Por esa misma razón, Aurora escribía todas las tardes. Escribía sobre aquellos pequeños seres con alas de los que hablaban los libros, sobre el canto que encantaba a los marineros, sobre árboles que hablaban y piedras que silbaban... Había leído y había soñado tanto que las ansias por comprobar la veracidad de ese mundo con sus propios ojos eran irresistibles.
Por desgracia, Aurora estaba anclada a su familia, a su prometido, a su pueblo, a su oficio... El deseo de escapar resultaba incluso asfixiante, y lo era aún más cuando sabía que nadie cercano podría entenderla en ese tema.
Sin embargo, Aurora olvidaba la naturaleza cambiante de la vida. Olvidaba el efecto que una persona podría causar en su vida, capaz de volverlo todo patas arriba. Olvidaba su capacidad de destruir y crear, de borrar y empezar. Olvidaba el peligro de desear.
Aurora se enfrentará al mayor cambio de su vida de la mano de personas que le harán ver otros puntos de vista y le ayudarán a crecer. Todo esto intercalado con descubrimientos inéditos y peligrosos tesoros que no deberían haber sido desenterrados. Un mundo de fantasía, amor y cambio
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.