Mi querido juguete, creí que ya habías entendido las reglas de nuestro juego. Pero descuida, precioso mío, tu señor, está más que dispuesto a enseñartelas, las veces que sean necesarias. Sin embargo tú y yo sabemos, que cada error conviene a un buen castigo... Otra historia, como segunda parte de la historia corta "Deseo". No es necesario leerla primero, pero para que entiendan mejor pueden hacerlo.