Andy tiene 33 años, una hija, un trabajo estable, un piso al que se acaba de mudar y un vecino que no sabe si le cae bien o no. Don tiene 35 años, es policía, lleva años viviendo solo en un edificio tranquilo y sin vecinos en el piso de enfrente. Pero eso ha cambiado, ahora tiene vecinas en la puerta de enfrente y no termina de pillarles el punto. Algún que otro encuentro en el ascensor y en el pasillo hará que estos vecinos empiecen a entenderse