La vida puede cambiar de un momento al otro. Un día reía con mis padres y al siguiente lloraba por sus muertes; un día veía por la ventana la tranquilidad a través del cristal y al siguiente, existía un infierno al cruzar la puerta. Los momentos siempre están en transición. No se puede prevenir lo que vendrá, ni lo que sucederá. Solo queda esperar y prepararse para lo peor... o eso fue lo que aprendí a partir del momento en que el sufrimiento empezó para los humanos.