Me desvanecí junto a la lluvia, que empapaba las calles de la iluminada ciudad durante aquella fría tormenta de febrero. Desperté en brazos de una adorable desconocida, quien deseaba hallar la calidez que se le había sido cruelmente arrebatada. Sentí que mi corazón volvía a latir incrementándose a cada segundo a su lado, algo que cada día se hacía más habitual ante su presencia. Me pasaron muchas cosas que no logro recordar, algunas peores otras mejores, pero de no ser por ellas, no la habría llegado a encontrar.